viernes, 19 de octubre de 2012

Tiempo convulso. Por Andres Merejo


Con una mirada al mundo a través del cibermundo, se puede visualizar diversas agitaciones, oleadas sociales, producida por movimientos reales y virtuales de ciudadanos de todo el planeta, que viven como precariato, seres inestables de un capitalismo net en crisis, que socializa la miseria pero jamás su riqueza.
 El tiempo del progreso, que es un tiempo lineal que fascina tanto   a los políticos como a los empresarios, lanza al futuro  la ansiedad de la clase media, dejándolo en el purgatorio, mientras que los  pobres nunca han dejado de vivir en el infierno.
 En estos días que corren se vive un panorama deprimente, un tiempo convulso. Desde los Estados Unidos hasta Europa  el rostro de ese tiempo lo viven los emigrantes, con su  ir y venir,  su rodar de un lugar a otro, viviendo una perplejidad e incertidumbre que se manifiesta en todas las informaciones que brotan de los vericuetos ciberespaciales.
 Las angustias que viven estos emigrantes y  los ciudadanos de  todo el planeta se expanden como un viento helado, producido por el sistema capitalista neoliberal, el cual no le ofrece posibilidad para cambiar o recobrar su estilo de vida.
Hoy, la inmensa mayoría de emigrantes y ciudadanos del mundo y el cibermundo labran con vidrio su vida. Se dan cuenta de que los países que garantizaban el trabajo, placer y consumo para toda la vida, también se están volviendo tercermundistas.  El Estado de malestar ha llegado a esos países, ya no hay refugio en ningún lugar y el ciberespacio es un no lugar, porque las miradas se tornan virtuales. De ahí que los espacios reales se mueven en protestas permanentes  en esos países, las redes sociales viven en contante agitación  en el ciberespacio, y la empatía y la solidaridad aumentan antes un panorama planetario nada alentador.
Pensar en Grecia,  España, Portugal…en el Medio Oriente, Asia, América Latina o  los Estados Unidos, es pensar en unos cambios bruscos para los emigrantes que se refugiaron en algunos de estos lugares y que hoy no se encuentran seguros en ninguna parte del planeta.
La inestabilidad y la crisis económica y social que viven estos países se acrecienta. Los emigrantes miran a sus países de origen, específicamente a los de América Latina y saben que vivirán de nuevo en el Estado de malestar, del cual intentaron escapar.
 Un gran dilema planetario se vivirá en este tiempo convulso. Este será,  el cómo vivir con los emigrantes que se fueron un día y  que están regresando, con los se quedaron en su territorio y no saben para dónde coger. El poeta y filósofo Octavio Paz llegó a decir en la década de los 80 del siglo pasado que no había paraíso ni en el cielo ni en la tierra, que todo supuesto paraíso tenía su serpiente.

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